Si la voz llega a este espacio como resultado de un desprendimiento sonoro encuentra su belleza y provoca una sensación placentera de presencia y generación de discurso, ya sea hablado o cantado. Facilitar esto a través del trabajo técnico ayuda a cobrar identidad en la acción. Los seres educados en medios intelectuales o competitivos llevan la voz muchas veces como una carga y no como un espacio de solución en el espacio de los otros. Por eso se padece el discurso y muchas veces se debilita el sentido. La impronta vital, presente, pone un cuerpo en juego donde la palabra hace sustancia y comunica tanto a nivel sensible corporal como intelectual y propio.
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