jueves, 29 de febrero de 2024

La voz y su discurso

La voz habla más allá de las palabras. Sin saberlo a veces lo que la palabra imprime en el otro no es lo que creemos estar diciendo. Esto está vinculado al “tono”, actitud y la “carga” o intención. Cómo decimos lo que decimos puede hacer que una misma frase signifique o resuene en el otro de diferentes maneras. Por eso todo comunicador oral debería conocer las posibilidades de su instrumento en función de lo que quiere decir. Si digo: “te quiero” y el tono que utilizo es el de un reto punitivo, la carga impresa en estas palabras no transmite el mismo valor de significado. Lo mismo sucedería inversamente al decir: “te odio” en un tono sensual e íntimo.. La voz posee un sello característico. Hay voces que permanecen en la memoria para siempre. La voz es inasible y sin embargo es una parte del cuerpo. La voz amorosa de la madre es parte del contacto íntimo desde la evolución en el vientre. También la voz porta el estado anímico de quien habla y lo transmite directamente… “¿Qué te sucede que tenés esa voz?” enseguida, en un simple hola de una conversación telefónica, se puede percibir.. En el mejor de los casos en la palabra confluyen el contenido intelectual y la carga emocional que la confirma. Al prestar atención al escuchar las voces se puede saber mucho sobre las personas. Una voz fatigada, con ronqueras reincidentes o aire de más en el sonido, delata una conducta de dificultad que puede estar promovida por un estado de angustia. Hay personas para las cuales tener que comunicarse les proporciona un gran estrés y entonces la voz no conecta con su carga emocional, por lo tanto terminan por no ser escuchados. Y así es que estamos rodeados de voces que nos hablan en todos los tiempos de nuestra existencia y promueven un contacto desde la memoria, desde el deseo, desde el temor. La voz puede ser un medio de seducción efectiva…desde la locución, desde el discurso político, desde el discurso amoroso. Tener voz y voto significa estar presente. El actor debería desarrollar el sonido que lo vincula al personaje y entonces hablar desde él. Cuando una persona se presenta sin voz distinguible por su fragilidad, pasa a no ser tenido en cuenta. El político cuando entona y deja de pronunciarse en su discurso solamente llena el tiempo y raramente dice algo. Un discurso presente con la carga emotiva necesaria logra atención y silencio. Los niños son materia atenta y saben responder inmediatamente a esto. Así o se divierten y participan o se aburren y se van. También son los primeros en percibir el humor o el amor desde el tono en que se les habla. La palabra, apenas dicha, se carga de significado según quien la pronuncie. En el mejor de los casos pasa a ser un medio hasta de curación. Si a una persona agitada, con una voz insuficiente se le empieza a hablar lentamente, amorosamente, al cabo de unos minutos empieza a aparecer en su sonido y entonces en su discurso. Valdría la pena preguntarse quién quiere ser escuchado o quién cree que debería ser escuchado o quién ya sabe que jamás será escuchado. Es un buen punto de partida para cualquier comunicación vital o transformadora. No habla quien quiere, sino quien puede. Puede, por ser dotado o por haber tenido el espacio para crear un discurso frente a los otros, por haber sido escuchado desde la infancia. O sea si se quisiera educar personas con posibilidades verbales propicias habría que darles el silencio necesario para que pudiesen pronunciarse. La voz es también el alma del canto, aunque todas las personas cantan aunque sea pensando. Las canciones forman parte de esa memoria ejecutada por alguien que logró llegarnos y entonces permanece. La palabra encuentra su vía en una voz que logra trascender un cuerpo y permanecer en la memoria activa. Así sobrevive al momento y genera significado. Así podemos comprobar que estamos vivos en presente frente a los otros y nosotros mismos.

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